miércoles, 12 de abril de 2023

Información complementaria. (al 20 aniversario)

Sobre mi escrito referente al 20 aniversario de mi coche y, en menor medida el del cambio climático, he recibido algunas respuestas que considero producto de falta de información.

La moral es el conjunto de convicciones que fundamentan los principios éticos que guían las acciones tanto políticas como sociales de personas y las entidades que estas forman. Otrosí, tachar de terraplanista y negacionista a quien opina y razona de forma no conforme al pensamiento único impuesto por nuestros mandatarios actuales y ofreciendo relatos distintos al discurso políticamente correcto, no es argumento alguno ni ayuda a la reflexión.

Ante todo, debo denunciar la inmoralidad de los gobiernos que imponen un cambio de paradigma a la vida privada de sus gobernados, sin valorar los daños que infligen a las personas abocándolas a un escenario imposible de alcanzar, mientras permiten, si no alientan, la persistencia de actividades totalmente contrapuestas al objetivo supuestamente perseguido. Mientras se queman millones de toneladas de carbón, centenas de miles de hectómetros cúbicos de gas y millones de barriles de petróleo para generar energía eléctrica, se promociona el coche eléctrico y se machaca al populacho que anda como puede en sus vehículos térmicos. Se imponen a los ciudadanos limitaciones y se les exigen sacrificios que los gobiernos ignoran para ellos mismos en su vida social y personal, así como en su acción política. 

Estos gobiernos inmorales y despóticos (cuando no corruptos), basan sus decisiones (además de las presiones de los lobbies), en informes emitidos por entidades entre las que destaca el IPCC.

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) es un organismo científico establecido por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en 1988. El IPCC se basa en la evaluación de la literatura científica disponible y la revisión por pares de ésta, sobre el cambio climático y sus impactos en el medio ambiente y la sociedad. Por tanto, la cantidad de literatura científica publicada con unas u otras tendencias influye en los informes emitidos por el IPCC. El número de publicaciones depende en parte, de la cantidad de recursos que respalden unos u otros estudios y su difusión.

El financiamiento del IPCC proviene principalmente de los gobiernos de algunos países que contribuyen voluntariamente a su funcionamiento y a la difusión de sus informes. Los informes del IPCC son discutidos y negociados por los gobiernos patronos de este organismo. Es cierto que las discusiones políticas pueden surgir en la negociación de los informes del IPCC, ya que los gobiernos participantes pueden tener diferentes intereses y perspectivas sobre las políticas climáticas. A pesar del rigor científico que el IPCC aplica en sus investigaciones, a pesar del respaldo de muchas organizaciones científicas nacionales e internacionales, a pesar de la técnica de revisión por pares que aplica el IPCC, los informes finales y las conclusiones son negociados y pactados políticamente con sus patrones.

En resumen, la base científica y la revisión por pares de la información publicada ayudan a garantizar que las conclusiones del IPCC sean respaldadas por la evidencia científica disponible y reflejen el consenso científico mayoritario actual. No obstante, la intervención de sus patronos en la publicación de sus informes, disminuye su fiabilidad en cuanto a rigor científico. Los informes finales (entre 8 y 10 desde su fundación) son documentos mastodónticos tan solo aptos por auténticos estudiosos especialistas. Las comisiones técnicas (donde están presentes delegados políticos de los patronos) resumen las conclusiones del IPCC a informes de unas 20 páginas dirigidos a los gobiernos y entidades supra gubernamentales.

Valga esta información para determinar que el IPCC no es el Papa y sus conclusiones no son la Biblia, salvo por parte de sus más fervorosos creyentes.

El cambio climático existe desde que la tierra tiene atmósfera. Ningún experto ni científico puede negar esta obviedad. Múltiples causas provocan cambios en nuestra atmósfera. El principal factor de inestabilidad y cambio atmosférico es la recepción y absorción de la radiación cósmica. Dentro de esta radiación es fundamental la luz solar. Su intensidad y su ángulo de incidencia sobre el globo terráqueo, son factores principales en los efectos que produce la radiación solar a nuestra atmósfera. 

La órbita terrestre respecto al sol varía cíclicamente, de casi circular a una forma claramente elíptica. Por tanto la distancia de la tierra al sol durante las distintas estaciones es variable. El eje geográfico de la tierra tiene variaciones de ángulo respecto al plano orbital (oscilación de peonza)  también de forma cíclica. El propio sol es inestable y tiene periodos de mayor y menor actividad. Las erupciones de su  corona pueden ser de menor o mayor intensidad y pueden dirigirse hacia cualquier dirección. Los fotones y demás ondas y/o partículas emitidas por nuestro sol tardan ocho minutos en llegar a la atmósfera terrestre. Varios satélites vigilan y estudian permanentemente nuestro astro rey para poder prevenir en lo posible, los efectos de sus erupciones.

Nada de lo expuesto entra en los informes públicos del IPCC. ¿Las mayores causas del cambio climático no entran en los análisis de esta entidad?

La atmósfera está compuesta por un 78% de nitrógeno, 21% de oxígeno y un 1% de otros gases. El vapor de agua y el argón son los mayores componentes de este 1%. El dióxido de carbono CO2 representa un 0,04%, el Neón un 0,018%, hay trazas de CH4 (Metano), Helio, Kriptón, Xenón, Hidrógeno libre, etc.

En cuanto a oscilaciones de proporción de CO² en la atmósfera terrestre y su temperatura global, no es necesario recurrir a erupciones volcánicas (la del Toba) de hace 74.000 años. Los registros paleo-climáticos indican que ha habido variaciones significativas en la temperatura global del planeta y en la proporción de CO² en la atmósfera durante los últimos 2000 años. Entre los años 900 y 1300 d.C., se produjo un periodo de calentamiento global conocido como el "Máximo Medieval". Luego, entre los siglos XVI y XIX, se produjo la llamada “pequeña edad de hielo”. Durante este periodo, la temperatura global se enfrió significativamente, lo que se manifestó en el crecimiento de los glaciares, en la extensión del hielo marino y en el descenso del nivel de mares y océanos. Las razones de estas oscilaciones no han sido descritas de forma científicamente contrastada. Desde principios del siglo XX, la temperatura global ha experimentado un calentamiento significativo. En promedio, la temperatura global ha aumentado aproximadamente 1°C desde 1900. Gran parte de este calentamiento se ha producido desde la década de 1970. Todo ello es información registrada en los medios medibles naturales (troncos de árboles, hielos “llamados” eternos, dataciones geológicas, etc.).

Es innegable la existencia del cambio climático. Lo hubo y lo habrá. También es importante tener en cuenta que el cambio climático no es solo un problema ambiental, sino también un problema económico, social y de seguridad global. El actual ciclo de calentamiento global tiene el potencial de afectar significativamente la economía global, la seguridad alimentaria, la salud humana y la biodiversidad, entre otros aspectos. La urgencia de abordar el cambio climático se debe en gran parte a la magnitud y el alcance de estos impactos potenciales. Lo que no está tan claro es el nivel de alarma promovida por los gobiernos y las entidades ecologistas que se basa en una evaluación subjetiva de la evidencia científica y de los riesgos potenciales asociados con el cambio climático. Aunque es importante abordar el cambio climático, debe hacerse con valoraciones objetivas e imparciales, de manera equilibrada y proporcionada, considerando la complejidad del problema y la efectividad de respuestas factibles y justificadas.

Es de principal importancia determinar el origen del actual ciclo de calentamiento global. Se debe estudiar la participación en éste, de los gases de efecto invernadero para actuar sobre ellos de forma consecuente, factible y eficiente. Según los informes científicos disponibles (entre ellos los del IPCC), los orígenes son diversos. Por orden de importancia:

a)   La quema de productos fósiles (carbones, petróleos y sus derivados -gas incluido-) se ha incrementado muy sensiblemente desde la revolución industrial. Su utilidad en la industria (producción de energía eléctrica, cementeras, etc.) es la responsable de su posición número uno en los orígenes de los gases de efecto invernadero (incluido el CO²). El tráfico rodado, marítimo y aéreo, así como las calefacciones de edificios, contribuyen en menor medida a las emisiones de estos gases.

b)   La deforestación, que mengua la capacidad de absorción natural del CO² y es una de las causas del desequilibrio actual.

c)    La agricultura y la ganadería que son fuertes emisores de CO² y metano (CH4).

d)   Los procesos naturales (volcánicos, la reversión nocturna de las propias plantas, etc.)

Se deduce fácilmente que la emisión antropogénica es, en todo caso superior al 60% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. Ante el incremento de 300 a 415 ppm de CO² en la atmósfera durante los dos últimos siglos, las plantas se adaptan incrementando su poder de absorción, aunque tal incremento es insuficiente para lograr el equilibrio de emisores y absorbedores.

La fotosíntesis de las plantas y los océanos son los grandes absorbedores netos de dióxido de carbono (CO²). Son nuestros únicos aliados en este quehacer. Los minúsculos esfuerzos de reabsorción de CO² producido por instalaciones emisoras humanas son respetables pero ineficientes para restablecer el equilibrio.

Si analizamos los países mas emisores del planeta, China (32%), EEUU (13%) e India (11%) suman más del 56% de las emisiones antropogénicas del planeta.

Mi egoísta, pero objetiva conclusión es que mientras los países productores de más de la mitad de los gases de efecto invernadero no disminuyan drásticamente sus emisiones, mientras los gobiernos de nuestra querida Europa sigan permitiendo la producción de electricidad quemando gas, carbón, petróleos y derivados, a mí no me pidan desmesurados sacrificios vitales que reduzcan exageradamente mi confort y mi economía. La agenda 2030 es una quimera inalcanzable y exige unos cambios drásticos, en parte inútiles y excesivos en todo caso, al 5% de la población mundial. Mi compromiso y mis esfuerzos están y estarán a favor de la reducción de emisiones de gases, líquidos, partículas y sólidos que polucionen el planeta. Mi forma de vida ha cambiado en tal sentido y seguirá cambiando. Pero no me exijan sacrificios dogmáticos ni adhesiones inquebrantables destinados a fracasar ineludiblemente en sus objetivos, que van contra mi forma de vivir y tienden a anular mi propia identidad.

Debemos reconocer que sobre los factores no antropogénicos del cambio climático, nada pueden hacer los habitantes del planeta. Dado que su magnitud es de proporciones gigantescas respecto a las que la actividad humana pueda suponer, es posible que la actual alarma sea simplemente la reacción al reconocimiento de nuestra debilidad y nimiedad como seres humanos. 

 En Barcelona, 12 de abril de 2023.

Referencias:

-(1) NASA Change (2019). Carbon Dioxide Concentration | NASA Global Climate Change. https://climate.nasa.gov/vital-signs/carbon-dioxide/

– (2) IPCC Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático https://www.ipcc.ch/languages-2/spanish/

– (3) Skeptical Science (2015). Plants cannot live on CO2 alone. https://skepticalscience.com/co2-plant-food.htm

– (4) Sneed, A. (2018). – - Ask the experts: does rising CO2 benefit plants?. Scientific American. https://www.scientificamerican.com/article/ask-the-experts-does-rising-co2-benefit-plants1/

– (5) Carrington, D. (2019). Tree planting ‘has mind-blowing potential’ to tackle climate crisis. The Guardian. https://www.theguardian.com/environment/2019/jul/04/planting-billions-trees-best-tackle-climate-crisis-scientists-canopy-emissions

– (6) Campbell, J., Berry, J., Seibt, U., Smith, S., Montzka, S., & Launois, T. et al. (2017). Large historical growth in global terrestrial gross primary production. Nature, 544(7648), 84-87. doi:http://doi.org/f9xxnp

– (7) Green, J., Seneviratne, S., Berg, A., Findell, K., Hagemann, S., Lawrence, D., & Gentine, P. (2019). Large influence of soil moisture on long-term terrestrial carbon uptake. Nature, 565(7740), 476-479. doi:http://doi.org/gftrpf

– (8) Kovenock, M., & Swann, A. (2018). Leaf trait acclimation amplifies simulated climate warming in response to elevated carbon dioxide. Global Biogeochemical Cycles, 32(10), 1437-1448. doi:http://doi.org/gd886k

– (9) Myers, S., Zanobetti, A., Kloog, I., Huybers, P., Leakey, A., & Bloom, A. et al. (2014). Increasing CO2 threatens human nutrition. Nature, 510(7503), 139-142. doi:http://doi.org/gc3fqj

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