lunes, 13 de octubre de 2025

Populismo y sumisión

 Cuando la democracia se degrada.
Lecciones del siglo XX y XXI.

La escena política española (y su relumbrón mediático), puede leerse como una réplica local de un patrón mundial: la transición del debate democrático al estallido emocional, luego al conflicto simbólico, y finalmente a la confrontación abierta. Y en ese recorrido, las sociedades (a nivel nacional e internacional), muestran una tendencia casi automática para transformarse en tropas obedientes del liderazgo dominante.

Dictadores,  Líderes carismáticos y el culto al poder.

Cuando examinamos regímenes extremos como los de Stalin, Hitler o Mussolini, encontramos versiones concentradas de lo que ocurre cuando una sociedad entrega demasiado poder a una figura, condenando la pluralidad y resignando el juicio propio.

- Stalin impuso en la URSS un modelo de terror de Estado que atravesaba la vida privada y la esfera pública, con purgas masivas (1936-1938) y culto al líder que anulaba la crítica. 
- Mussolini en Italia encarnó la fórmula del fascismo que absorbía Estado, nación y líder en un solo ente, reduciendo al ciudadano a súbdito. 
- Hitler llevó al extremo la simplificación moral y la enemistad funcional, transformando la democracia en totalitarismo mediante propaganda, represión y culto al Führer.

Estos patrones no se limitan al pasado: hoy encontramos países como China, Corea del Norte, Laos, Cuba y Vietnam o Sri Lanka y Venezuela que conservan la esencia del marxismo y otros con versiones atenuadas, en democracias formales, donde la represión se reviste de legalismo, control mediático y polarización.

España, en estos momentos y por desgracia, deriva hacia el populismo y la sumisión de sus ciudadanos, cuando no a la adhesión inquebrantable al Líder, ya lejos de los principios del partido político que le llevo al poder.

Colisiones culturales y religiosas.

El poder no se limita a las leyes: también controla símbolos y creencias. Las guerras culturales y religiosas han sido terreno fértil para justificar obediencias ciegas:

- Europa del siglo XX: los regímenes fascistas y comunistas intentaron colonizar la esfera religiosa sustituyendo la fe por liturgia estatal. 
- El mundo islámico: los líderes políticos reclaman legitimidad religiosa para extender su control más allá de lo legal. 
- África postcolonial: las tensiones étnicas y religiosas, heredadas de fronteras coloniales arbitrarias, alimentaron (y siguen alimentando) guerras internas.

Cuando la identidad cultural o espiritual se convierte en patrimonio del poder, cuestionar al líder es cuestionar la esencia del grupo. No pertenecer al grupo supone estar en peligro constante, pudiendo representar la encarcelación o hasta la muerte.

África como espejo y advertencia.

- Congo: guerras prolongadas han fragmentado al Estado en milicias y caudillos locales. La obediencia se concede al más fuerte, no al gobierno. 
- Eritrea: régimen autoritario, militarización perpetua y represión total convierten al país en una “Norcorea africana”. 
- Sahel: la región concentra más del 50% de muertes por terrorismo global (2024). Grupos como JNIM (Al Qaeda) administran territorios rurales donde el Estado es casi inexistente.

Hay a día de hoy, 56 guerras activas en el mundo. Cada una con sus líderes, sus armas y su financiación. En ellas mueren cada día millares de personas inocentes, sin distinción de género o edad.

Las matanzas por razones de credo y pertenencia a otro grupo son cotidianas y Occidente mira al Norte y al cercano oriente, pero jamás al Sur.

Estos ejemplos muestran que, cuando el Estado pierde legitimidad, los ciudadanos transfieren su obediencia a poderes armados o religiosos.

Terrorismo y Estados visibles e invisibles.

- Somalia: décadas de guerra han debilitado al Estado visible, con Al-Shabaab y otros grupos terroristas ejerciendo control en amplias zonas. 
- Irán: combina un Estado institucional visible con estructuras ocultas (Guardia Revolucionaria, Consejo de Guardianes) que concentran el poder real. 

- Pakistán está en guerra permanente con India en Cachemira (los dos estados con el arma atómica) y también en guerra con los talibanes de Afganistán cuyo sectarísmo en la vida, educación y libertad de las mujeres debería escandalizar y ser portada diaria en Occidente.

- El terrorismo moderno: en 2024 y 2025 aumentaron los ataques, muchos ejecutados por individuos radicalizados online sin pertenencia formal a grupos, pero influidos por narrativas extremistas y financiados por Estados invisibles. El peligro de los “lobos solitarios” se muestra cada día con más ejemplos.

Paralelismos: Del discurso a la bronca, del voto al fusil.

El patrón político español, sin espacio para reflexión crítica, refleja la lógica global: evitar que el ciudadano piense y forzarle a obedecer. La obediencia política no siempre necesita represión: basta con saturar la esfera pública con consignas que transformen al adversario en enemigo absoluto.

¿Recomponer lo irrecuperable?

 A veces me pregunto si la degradación política (esa mezcla de mediocridad institucional, histeria ideológica y corrupción resignada) tiene arreglo. Y la respuesta honesta, aunque duela, es que no lo creo… salvo que ocurra un milagro civilizatorio, o algo muy parecido.

 Porque no basta con cambiar de siglas ni con proclamas regeneradoras escritas en las paredes o en PowerPoint. Si alguna posibilidad existe de reconstruir lo que hemos dejado pudrir, tendría que llegar mediante un conjunto de medidas tan simultáneas como improbables.

 Primero, habría que reforzar las instituciones verdaderamente independientes, esas que hoy tiemblan ante el poder político o económico de turno. Desde el ayuntamiento más pequeño hasta las estructuras supranacionales (la corrupta Europa, el BCE, el Banco Mundial, etc.), todo debería blindarse frente al clientelismo y la obediencia partidista.

 Después, educar con sentido crítico e histórico, recuperando la memoria completa (no la selectiva) de los Stalin, los Hitler, los Mussolini, los Castro, los Pinochet o los Chávez, así como de las guerras coloniales, las matanzas y los genocidios que tanto cuesta mirar de frente. Solo conociendo los monstruos que ya hemos alimentado podremos reconocer los nuevos cuando aparezcan con corbata o sin ella.

 Tercero, una memoria democrática compartida, desprovista de maniqueísmo, que asuma sin rubor que la democracia no es perfecta ni pura, sino simplemente “el menos malo de los sistemas de gobierno”. Admitir su fragilidad sería el primer acto de madurez colectiva.

 Luego, habría que fomentar una participación ciudadana real, donde la inteligencia, la formación y el mérito pesen más que el griterío o la fidelidad tribal. La política no debería ser un espectáculo de fanáticos sino una conversación entre adultos informados.

 Y, por supuesto, habría que favorecer la reflexión frente a la inmediatez, desterrar el impulso tuitero de gobernar por emociones y censurar (con rigor y sin excusas) cualquier forma de corrupción política, económica, de cualquier color y venga de donde venga.

 Solo así podríamos generar estabilidad, confianza, ilusión y riqueza; no para unos pocos, sino para todos.

 ¿Sucederá?

 Probablemente no. Pero actuar como si fuera a suceder, decirlo, soñarlo, escribirlo y divulgarlo es el único acto que sostiene la esperanza y mantiene la resistencia ante el nefasto e irracional estado actual de la función política en todo el mundo.

Referencias:
- Ipsos (2025). Informe sobre populismo en España. 
- Wikipedia (Populismo). 
- Nueva Revista (2025). La polarización: el hiperproblema que impide el pacto. 
- LISA News (2025). Crisis política en Estados Unidos. 
- Agenda Pública (2024). La inmediatez como arma del nacionalpopulismo. 
- Global Terrorism Index (2025). Vision of Humanity. 
- Council on Foreign Relations. Violent Extremism in the Sahel. 
- The Guardian (2025). “Jihadist ghost enemy” in the Sahel. 
- John D. Clare, The Great Terror (URSS). 
- Library of Congress, Soviet archives on Stalin. 

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