Cuando
la democracia se degrada.
Lecciones del siglo XX y XXI.
La escena política española (y su relumbrón mediático), puede leerse como una
réplica local de un patrón mundial: la transición del debate democrático al
estallido emocional, luego al conflicto simbólico, y finalmente a la
confrontación abierta. Y en ese recorrido, las sociedades (a nivel nacional e
internacional), muestran una tendencia casi automática para transformarse en
tropas obedientes del liderazgo dominante.
Dictadores, Líderes carismáticos y el
culto al poder.
Cuando examinamos regímenes extremos como los de Stalin, Hitler o Mussolini,
encontramos versiones concentradas de lo que ocurre cuando una sociedad entrega
demasiado poder a una figura, condenando la pluralidad y resignando el juicio
propio.
- Stalin impuso en la URSS un modelo de terror de Estado que atravesaba
la vida privada y la esfera pública, con purgas masivas (1936-1938) y culto al
líder que anulaba la crítica.
- Mussolini en Italia encarnó la fórmula del fascismo que absorbía
Estado, nación y líder en un solo ente, reduciendo al ciudadano a súbdito.
- Hitler llevó al extremo la simplificación moral y la enemistad
funcional, transformando la democracia en totalitarismo mediante propaganda,
represión y culto al Führer.
Estos patrones no se limitan al pasado: hoy encontramos países como China,
Corea del Norte, Laos, Cuba y Vietnam o Sri Lanka y Venezuela que conservan la
esencia del marxismo y otros con versiones atenuadas, en democracias formales,
donde la represión se reviste de legalismo, control mediático y polarización.
España, en estos momentos y por
desgracia, deriva hacia el populismo y la sumisión de sus ciudadanos, cuando no
a la adhesión inquebrantable al Líder, ya lejos de los principios del partido
político que le llevo al poder.
Colisiones culturales y religiosas.
El poder no se limita a las leyes: también controla símbolos y creencias. Las
guerras culturales y religiosas han sido terreno fértil para justificar
obediencias ciegas:
- Europa del siglo XX: los regímenes fascistas y comunistas intentaron
colonizar la esfera religiosa sustituyendo la fe por liturgia estatal.
- El mundo islámico: los líderes políticos reclaman legitimidad religiosa para
extender su control más allá de lo legal.
- África postcolonial: las tensiones étnicas y religiosas, heredadas de fronteras
coloniales arbitrarias, alimentaron (y siguen alimentando) guerras internas.
Cuando la identidad cultural o espiritual se convierte en patrimonio del poder,
cuestionar al líder es cuestionar la esencia del grupo. No pertenecer al grupo
supone estar en peligro constante, pudiendo representar la encarcelación o
hasta la muerte.
África como espejo y advertencia.
- Congo: guerras prolongadas han fragmentado al Estado en milicias y caudillos
locales. La obediencia se concede al más fuerte, no al gobierno.
- Eritrea: régimen autoritario, militarización perpetua y represión total
convierten al país en una “Norcorea africana”.
- Sahel: la región concentra más del 50% de muertes por terrorismo global
(2024). Grupos como JNIM (Al Qaeda) administran territorios rurales donde el
Estado es casi inexistente.
Hay a día de hoy, 56 guerras activas en el mundo. Cada una con sus líderes, sus armas y su financiación. En ellas mueren cada día millares de personas inocentes, sin distinción de género o edad.
Las matanzas por razones de credo
y pertenencia a otro grupo son cotidianas y Occidente mira al Norte y al cercano oriente,
pero jamás al Sur.
Estos ejemplos muestran que, cuando el Estado pierde legitimidad, los
ciudadanos transfieren su obediencia a poderes armados o religiosos.
Terrorismo y Estados visibles e invisibles.
- Somalia: décadas de guerra han debilitado al Estado visible, con Al-Shabaab y
otros grupos terroristas ejerciendo control en amplias zonas.
- Irán: combina un Estado institucional visible con estructuras ocultas
(Guardia Revolucionaria, Consejo de Guardianes) que concentran el poder
real.
- Pakistán está en guerra permanente con India en Cachemira (los dos estados con el arma atómica) y también en guerra con los talibanes de Afganistán cuyo sectarísmo en la vida, educación y libertad de las mujeres debería escandalizar y ser portada diaria en Occidente.
- El terrorismo moderno: en 2024 y 2025 aumentaron los ataques, muchos
ejecutados por individuos radicalizados online sin pertenencia formal a grupos,
pero influidos por narrativas extremistas y financiados por Estados invisibles.
El peligro de los “lobos solitarios” se muestra cada día con más ejemplos.
Paralelismos: Del discurso a la bronca, del voto al fusil.
El patrón político español, sin espacio para reflexión crítica, refleja la
lógica global: evitar que el ciudadano piense y forzarle a obedecer. La
obediencia política no siempre necesita represión: basta con saturar la esfera
pública con consignas que transformen al adversario en enemigo absoluto.
¿Recomponer lo irrecuperable?
Referencias:
- Ipsos (2025). Informe sobre populismo en España.
- Wikipedia (Populismo).
- Nueva Revista (2025). La polarización: el hiperproblema que impide el
pacto.
- LISA News (2025). Crisis política en Estados Unidos.
- Agenda Pública (2024). La inmediatez como arma del nacionalpopulismo.
- Global Terrorism Index (2025). Vision of Humanity.
- Council on Foreign Relations. Violent Extremism in the Sahel.
- The Guardian (2025). “Jihadist ghost enemy” in the Sahel.
- John D. Clare, The Great Terror (URSS).
- Library of Congress, Soviet archives on Stalin.